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Barrios vulnerables: entre el continuo riesgo de inundaciones y desastres

Las inundaciones locales y barriales, aunque son de menor gravedad e intensidad también son mucho más frecuentes y recurrentes. El impacto del continuo del riesgo en este tipo de inundaciones también deja entrever una sucesión de pequeños desastres, cuya sumatoria de impactos es profundamente mayor en la medida que van vulnerabilizando más a la población.
En los procesos de gestión local y comunitaria de riesgos hay que hacer tanto énfasis como en aquellos procesos de gestión de riesgos para ámbitos institucionales provinciales, nacionales o regionales. De hecho, el pilar de la autoprotección ciudadana y de la corresponsabilidad entre Estado y ciudadanía pasa inequívocamente por asumir estos espacios de gobernanza del riesgo y la consolidación permanente de mecanismos participativos. Sin participación protagónica no hay gestión de riesgo que valga.
Si hay algo que sufren permanentemente las zonas urbanas más vulnerables de las principales áreas metropolitanas de la Argentina, y en especial conurbaciones como la de Buenos Aires, La Plata, Rosario, Santa Fé y Resistencia, es la falta de disposición de residuos sólidos urbanos y su relación directa con los desbordes de arroyos y cauces hídricos.
Los consecuentes escenarios de anegamientos e inundaciones que se suman a la contaminación por químicos, residuos y materia fecal arrastrada por el agua, la inmediata aparición de nuevas condiciones inseguras y enfermedades por la humedad, las bajas capacidades institucionales, de autoprotección ciudadana, de resiliencia y de recuperación, son las que convierten estos múltiples y paralelos escenarios en pequeños desastres. Lamentablemente, estos escenarios son comunes, merman la calidad de vida, y aparentemente son normalizados en los medios de comunicación.
La mayoría de estas zonas vulnerables, son por lo general barrios populares, aunque esta no es una condición exclusiva ni excluyente pues también hay barrios de clase media expuestos a estas situaciones, no es un secreto ni debe ser muy difícil comprender que quienes más sufren los anegamientos e inundaciones son quienes se encuentran en las áreas más vulnerables.
Es ahí donde se encuentran en esta situación porque sus habitantes, su territorio, y en general toda la dinámica ecosocial de los elementos que la conforman han sido política, económica y socialmente vulnerabilizadas de manera directa o indirecta. En efecto, las zonas más desprotegidas son aquellas cuyas personas habitantes han sido excluidas de la urbanidad y de su derecho a la ciudad, y por qué no, de sus derechos ciudadanos. Lugares en donde no llega adecuadamente el asfalto y los puentes, las alcantarillas y cloacas, la electricidad y el alumbrado púbico, el gas por red, el transporte público urbano, los planes de hábitat y vivienda, la recolección de residuos, la formalidad de las cadenas de valor industrial y del trabajo productivo (y en blanco), en general no llegan de manera debida, estandarizada y útil las redes de servicios básicos más elementales, de infraestructura y obras públicas, entre otros.
No es una coincidencia, que la mayor parte de estas zonas altamente vulnerables y vulnerabilizadas, estén conformadas por barrios populares cuyos habitantes marginados a zonas ambientalmente expoliadas y periféricas se entrecruzan con las márgenes de cauces y cursos hídricos que se supone deben cuidarse y protegerse, pero que en realidad han estado sirviendo para una nueva y poco atendida construcción ecosocial de riesgos. La gestión de estos riesgos es una problemática a resolver para la transformación del modelo de desarrollo y su gestión, porque en efecto, son problemas no resueltos del desarrollo.
Implica en particular, una transformación profunda de la dinámica ecosocial de los barrios en condiciones de vulnerabilidad social, para lo cual hay que tomar medidas no estructurales de carácter organizacional, de relaciones con el entorno y sus interfaces, integrando a la vez la intervención de las condiciones estructurales; que como ya sabemos, son usualmente influenciados por la traza de cauces y cursos hídricos que deben ser cuidados.